Akio's summer

Cuando mi padre me llamó con la noticia de que acababa de comprarme una subscripción al profeta, sabía que era una mala idea. No dije nada, porque aparentemente la fama de los periódicos no llega hasta oriente y de todas maneras podía simplemente ignorar al periódico.

Unos días antes del regreso a clases, mientras desayunaba, apareció la lechuza del profeta y, como todos los días, se desató una persecución entre ella y Kuroko intentando alcanzarla. Estaba ya tan acostumbrado a vivir la escena mañana tras mañana que mecánicamente movía el plato de corn flakes al mismo tiempo que pasaban sobre mí, para que Kuroko no cayera dentro de él.

Secretamente esperaba que un día Kuroko lograra atrapar a la condenada Lechuza y se la desayunara, así seguramente me cancelarían la suscripción. Pero mi suerte no era tanta y la lechuza, cansada de huir, prefirió lanzar el periódico, que tiró mi jugo de naranja.

La vi salir por la ventana y logré controlarme, recordando que seguramente sería severamente castigado, para no salir detrás de ella. No podía usar magia fuera de Hogwarts.

Suspiré y me puse a limpiar la mesa, cuando de repente vi la cara sonriente de Dumbledore con jugo encima. Un artículo de Rita Skeeter. Lo leí de una pasada y sonreí con las sabias palabras de Dolores. Idiota.

No conocía personalmente a Dumbledore, pero había escuchado mucho de él. Sabía que no sería tan sensacional como lo decían sus leyendas, pero no podía ser peor que Umbridge. Nadie podía.

Lancé el periódico a la basura y terminé de limpiar. Kuroko se acercó y rozó mi pierna, como pidiéndome disculpas por lo que acababa de pasar. Sonreí y regresé a mi habitación. En Hogwarts no tenían computadoras, no tengo idea de por qué (se necesitaría una reforma o los Muggles terminarán siendo más magicos que nosotros), así que debía aprovechar las vacaciones para usarla.